Treinta años después, este Hijo de la Promesa convirtió el agua
en vino en una fiesta de bodas.
Viajó de ciudad en ciudad haciendo el bien y dando esperanzas a los pobres
y más atribulados de entre el pueblo.
En vez de usar Su poder para destruir a Sus enemigos, el Maestro dijo que
no había venido a condenar, sino a ser Siervo de todos.
En un sensacional cambio de circunstancias, que celebraba su libertad nacional, los
líderes religiosos lo acusaron de tratar de derrocar al gobierno.
Y exigieron su muerte.
Sometieron al Hijo de la Promesa, "por el que habían esperado tanto tiempo"
Fue en una ejecución pública.
Jesús, fue crucificado.
Por tres días, los amigos del Maestro estuvieron atemorizados y confusos.
Luego un grupo de mujeres encontró su tumba vacía, y durante los siguientes
cuarenta días, el Señor de la vida, permitió que cientos de Sus seguidores vieran que:
Él había vencido el poder de la muerte, a favor de todos.
¡Su historia debe contarse!
Nos creó para compartir Su gozo.
Nació en el mundo para llevar nuestro dolor.
Dio su vida, para que tuviéramos vida.
La felicidad eterna está esperando por todos aquéllos que reciben en sus corazones al:
Rey de reyes, Siervo de siervos, y Señor de señores.
"Ven, Señor Jesús"
Amén